Desde la antigüedad, el mármol ha sido utilizado como uno de los elementos más importantes para la construcción de monumentos. En la Antigua Grecia, cientos de monumentos y esculturas memorables han utilizado esta roca para dejar un importante testigo a la civilización moderna de las formas de vida que conformaron este antiguo mundo. Grandes obras arquitectónicas como el Partenón, el Teseo, el Propileo de la Acrópolis y el Templo de Zeus Olímpico han sido fieles testigos de cómo esta piedra es capaz de cumplir con múltiples funciones estéticas que han perdurado a lo largo de la historia.

Esta blanca piedra fue descubierta por los fenicios, quienes vivían muy cerca del mar y convirtieron su isla en un gran centro de navegación. El mármol extraído de las canteras (ubicadas cerca del mar) fue explotado principalmente por la civilización romana, pero fueron los griegos quienes la emplearon mucho más. Existen algunas referencias en documentos antiguos que hacen alusión a la importancia de este material de Tasos (lugar donde habitaban los fenicios).

El término que se le da a esta roca proviene del grupo “marmaros”, que significa piedra brillante. Los griegos, fueron entonces los pioneros en utilizar esta roca para construir sus impresionantes monumentos históricos dedicados a cada una de sus divinidades. El Templo de Artemisa, por ejemplo, cuenta con cinco pisos de altura y se encuentra sostenido por 127 columnas de la blanca roca brillante que le brinda una solidez impresionante y un acabado completamente sin igual.

Por su parte, la arquitectura bizantina fue un importante testigo de la implementación de la roca en la edificación de templos y basílicas monumentales que brillaban no sólo por su majestuosidad, sino por su acabado lleno de brillo y pulcritud. Entre las obras de arquitectura más destacadas se encuentran la Basílica de Santa Sofía de Constantinopla, en Estambul, Turquía, o la que fue construida en el año 360 d.C. conocida como la Catedral de la Divina Sabiduría y que cuenta con enormes columnas hechas de mármol, hoy transformada en un museo apto para el turismo.

Evidentemente no podemos dejar de lado en este recorrido histórico al Coliseo Romano que se caracterizó, a lo largo de la historia, por su ostentación y su conservación durante el paso del tiempo. Esta gran maravilla de la arquitectura antigua logró sobrevivir a terremotos de alta intensidad y, sobre todo, a los enfrentamientos bélicos de la Edad Media, perpetrados por la religión Católica, responsables de la destrucción de gran parte de la riqueza cultural de la antigüedad.

Sin embargo, donde el mármol expuso su mejor versión fue en el Taj Mahal, construido en Agra, India, que fue ideado por el emperador musulmán, Shan Jahan, perteneciente a la dinastía mongola, como un homenaje a su segunda esposa llamada Mumtaz Mahal que murió durante el parto de su decimocuarta hija. Algunos expertos estiman que la construcción de esta obra requirió del esfuerzo de alrededor de 20 mil hombres, para ser  inaugurada en 1656.

Los arquitectos aseguran que esta obra destaca por su perfecta simetría y por su hermosa cúpula realizada con la piedra más blanca y brillante de la época y que se encarga de cubrir por completo el mausoleo. Esta impresionante edificación se ha convertido en uno de los principales lugares con mayor atracción turística que hoy en día tiene el mundo. La historia cuenta que el material que se utilizó para la construcción fue traído en cientos de carretas que eran arrastradas por bestias desde unos 300 kilómetros de distancia.

Por supuesto que en México también existen construcciones monumentales que son dignas de utilizar aquella piedra brillante y de extrema blancura. El Palacio de Bellas Artes, ubicado en el Centro Histórico de la Ciudad de México, está considerado como una de las máximas expresiones culturales del siglo XX. Esta obra es el teatro lírico más relevante que se encarga de promover las manifestaciones de las bellas artes de todo México y, por qué no, del mundo.

En 1987, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró al Palacio de Bellas Artes como patrimonio cultural de la humanidad. Sus principales características son la estética inigualable y, sobre todo, la idealización de la belleza representada en cada centímetro de esta hermosa expresión de la arquitectura moderna. Gracias a su sólida estructura conformada de acero, concreto, mármol blanco de Carrará de Italia y los diversos mármoles mexicanos que componen la fachada y gran parte de los interiores, hacen de esta obra algo completamente exquisito.

Es evidente, entonces, que esta piedra ha sido utilizada en revestimientos desde la época antigua. Esta piedra es una roca caliza de fino granulado, gran densidad y dureza que permite obtener acabados sumamente hermosos, su blanco tono y la facilidad para ser pulido han hecho de esta roca un recurso arquitectónico que brinda una inmaculada superficie que consagra un toque de elegancia y pulcritud.

Esta roca es un material que resulta estéticamente agradable, pero que no es apto para cualquier ambiente. En el hogar es mucho mejor instalar pisos de esta roca en la sala de estar, más que en una cocina, pues en este último espacio el piso podría estar expuesto a químicos y sustancias como vinagre, aceite o jabón que podrían provocar un deterioro de esta finísima y elegante roca blanca. Sin embargo, es muy común encontrarlo en mesas o en barras para comer. Debido a que esta es una piedra muy porosa es mejor utilizarlo en interiores, pues de lo contrario podría perder su brillo y su blanco color.

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